Montada sobre un cilindro, es el elemento básico para reproducir las imágenes en el soporte de impresión
La mantilla es el elemento clave para que, mediante la litografía offset, podamos reproducir con la máxima fidelidad las imágenes que queremos transferir al soporte de impresión. Se trata de una superficie semirrígida, fabricada con caucho y otros materiales, que, montada sobre un cilindro, recibe de la plancha la imagen a imprimir y la traspasa al soporte.
Las primeras mantillas estaban fabricadas con caucho puro, lo que permitía reproducir una imagen de calidad muy superior a la de las placas litográficas, pero comportaba diversos problemas técnicos. Con la invención del caucho sintético en los años 30 del siglo pasado, esos problemas desaparecieron, y ello supuso el empujón definitivo a la nueva técnica de impresión.
Posteriormente, la llegada al mercado de las microesferas Expancel mejoró la resistencia y la compresibilidad de las mantillas. La innovación de la firma sueca Nouryon consiste en pequeñas esferas termoplásticas rellenas de gas que, al calentarse, se expande, mientras que la cubierta se ablanda, con lo que el conjunto aumenta significativamente de volumen, sin variar su peso y maximizando sus propiedades.
¿Cómo se fabrica una mantilla?
La mantilla está formada por un respaldo de algodón reforzado, que constituye la carcasa, y que incluye hilos de poliéster para aumentar la robustez. El compuesto de caucho se monta sobre la carcasa, que previamente se estira para reproducir la tensión que recibirá cuando la prensa offset esté en funcionamiento. La resistencia de la carcasa debe ser mayor a lo largo que a lo ancho, para evitar deformaciones que afecten a la calidad de la impresión.
Para hacernos una idea de la complejidad estructural de la mantilla, la carcasa puede estar compuesta por varias capas de tela, y la estructura de caucho la forman hasta ochenta capas individuales. Durante el proceso de fabricación, resulta fundamental el control de factores ambientales como la temperatura y la humedad, con el fin de que el grosor de la estructura se mantenga dentro de las tolerancias aceptables. Por último, la mantilla se vulcaniza para mejorar su resistencia y la estabilidad dimensional.
Hay que tener en cuenta que la mantilla debe cumplir dos funciones esenciales: transferir, con la máxima calidad, la imagen a imprimir desde la plancha hasta el soporte; y absorber los golpes causados por incidentes (atascos de papel entre cilindros, por ejemplo) o las irregularidades de determinados sustratos.
Existen dos tipos básicos de mantillas para la impresión offset: las convencionales o duras, que se utilizan en aplicaciones que requieren presiones de impresión más altas de lo normal; y las mantillas compresibles, de uso más frecuente, pues ofrecen más resistencia a la deformación, sin afectar a la calidad, y tienen una vida útil más larga.
La precisión es un elemento básico en la impresión offset. Por eso, las mantillas deben ser montadas en la máquina conociendo todos los detalles sobre las especificaciones técnicas. Su calibre y cuadratura, y la alineación de los cilindros son parámetros mecánicos críticos. De forma regular, la presión de los anillos de los cilindros ha de ser revisada y ajustada para que se mantenga dentro de las especificaciones necesarias.
Para que las mantillas mantengan sus propiedades y alargar su vida útil, hay que seguir algunos consejos de mantenimiento:
- Comprobar los sistemas de lavado automático y realizar un mantenimiento preventivo.
- Evitar solventes que puedan dañar la superficie de la mantilla.
- Vigilar las posibles acumulaciones de tinta en los cilindros de impresión.
- Evitar la presión excesiva, pues afectará a la vida útil tanto de la mantilla como de la plancha.